martes, 3 de julio de 2007

Apuntes sobre teoría memética

Apuntes sobre Teoría Memética

Publicado en Revista “Signos Vitales” Nº1 – Mar del Plata - Septiembre 2002

El término “Memética” deriva de MEME, y corresponde a la denominación que los actuales científicos en áreas de marketing, psicología y cognotivismo, como así también lingüistas y semiólogos, le dan a la “unidad de pensamiento”, entendida como una proposición o idea. Es decir, la “Memética” está considerada como el estudio científico de la diseminación y contagio de las ideas o rumores, independientemente de su veracidad.
En psicología social estudian los MEMES en función de su propagación sobre sistemas de creencias y sobre la cultura en general. Incluso, de acuerdo a sus efectos; de acuerdo a la observación objetiva basándose en su comportamiento, el MEME es considerado como un virus, con la capacidad de infectar un determinado “nicho social”. Aquello que directamente afecta es la estructura de pensamiento, alojándose en el individuo y manifestándose inmediatamente o luego de un proceso de incubación, desarrollando se capacidad de propagación e incluso mutando su estructura argumentativa según el individuo que lo alojó.
Aquellos científicos dedicados a la materia se encuentran estudiando la forma, el cómo, a través del cual los MEMES, siendo ideas ajenas a una persona, llegan a formar parte de ella misma, haciéndola aceptar conceptos que de otra manera le hubieran sido extraños. En este sentido el MEME es comprendido como un implante, incrustado en las capas consensuales de la realidad, cuya finalidad radica en transformar la visión del mundo, o bien su descripción.
Esbozada formalmente en el último capítulo de la obra “The Selfish Gene” (El Gen egoísta) del etólogo Richard Dawkins, esta teoría tiene sus precedentes en la obra “The ticket that exploded (El ticket que explotó), del escritor y poeta “beat” William Burroughs, y, en la actualidad, su mayor exponente es la obra “Thoutht Contagion” (Contagio de pensamiento) del físico Aaron Lynch, donde narra que “…Como un virus de ordenador que se transmite por Internet, o una epidemia de gripe que recorre una ciudad, los memes proliferan, programándose para su propia propagación…”.
También podemos hallar un antecedente del tema a través del singular narrador H.G. Wells, en su novela de ciencia ficción “Star Begotten” (Engendrado por una estrella) en la que plantea que a través de los rayos cósmicos, una inteligencia ajena a la humana y de naturaleza extraterrestre – presumiblemente marciana – introduce mutaciones genéticas capaces de cambiar la forma de pensar que tiene el Hombre. De esa forma, en vez de conquistar el planeta, con todos los riesgos que ello conlleva, lo que hacen es marcianizar a sus habitantes. Se me ocurre en este punto que vale la pena también recordar la obra de Goerge Orwell: “1984”, en la cual nos dice: “…Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado…”
La aplicación, o dosificación, han observado que es llevada a cabo con historias espurias, aceptadas casi sin actitud crítica alguna y sin alusión a ningún tipo de verificación. Las críticas al respecto son tomadas por ataque y los que insisten en cuestionar las evidencias, son relegados al rango dudoso de escépticos, fascistas, comunistas, o lo que fuera; cualquier rótulo apropiado según la ocasión, incluso el de ser “peligrosos para el sistema”, o bien terroristas.
Los medios de difusión masiva contribuyen a dar un aura de respetabilidad a estas historias, logrando de manera muy curiosa, que si bien los especialistas han descubierto “el engaño” o “el montaje” y quiénes están detrás, siguen siendo creíbles y aceptadas por el público en general. Precisamente, lo que estas historias tienen en común con los MEMES, es que captan la atención y tienden a repetirse, a contagiarse; diseminando la forma de pensar correspondiente. Trasmutando la visión mental que se tiene del mundo en un momento dado, se cambia la interpretación del acontecimiento objetivo y, por lo tanto, se crea el molde de una nueva realidad acorde a los intereses de la “inteligencia” gestora de la manipulación.
El hecho de considerarlos como “montajes” o “engaños”, es debido a que normalmente las historias tejidas se encuentran basadas en un núcleo de realidad más o menos fantástica, pero en definitiva, terrestre y racional.
Los montajes o engaños son recursos entretenidos y encantadores. Algunos de ellos se niegan a morir con el paso del tiempo, a pesar de haber sido expuestos sus mecanismos, engranajes, y el núcleo mismo de realidad concreta alrededor del cual se hubo de tejer toda la historia. Algunos de los ejemplos citados por los investigadores son el caso Roswell, el Experimento Filadelfia, la llegada del hombre a la Luna, el caso Kennedy e incluso las actuales Torres Gemelas y toda la filosofía política neoliberal.
La mayoría de los artículos y libros que existen al respecto, tratan el tema casi desde una perspectiva apocalíptica, rodeándolo de connotaciones nocivas y dejando entrever un rastro de pánico ante la probabilidad de su uso como herramienta de complot, utilizada por unos pocos, para dirigir el pensamiento de las sociedades. También puede ocurrir que la Teoría Memética se trate del MEME del MEME, ya que a través del miedo puede lograrse confusión suficiente para que la “autoridad” (de acuerdo con Foucault) se deposite consensuadamente en el sitio equivocado, o bien que quede relegado a la insignificancia propia de una caricatura como “Pinki y Cerebro”.
Por otro lado, se me ocurre considerarlo de otra manera, en la cual, si su efecto es tal, del mismo modo que puede ser utilizada para efectos socialmente nocivos, también puede ser utilizada para efectos útiles y positivos en cuanto al desarrollo de los Hombres. En todo caso esto dependerá de quién lo aplique, y de sus intenciones. También dependerá del grado de conocimiento e información que cada individuo quiera tener respecto al tema, respecto a quién nos informa y, por qué no, respecto a quién nos gobierna.


Gonzalo J. Bartha